miércoles, 10 de junio de 2009

NICOLÁS MAQUIAVELO Y SU OBRA EL PRÍNCIPE






Nicolás Maquiavelo fue un escritor italiano nacido el 3 de Mayo de 1469 quien tuvo gran influencia por el contexto en el que nació, creció y murió. Durante su juventud, Florencia, su lugar de nacimiento, se encontraba en su esplendor como potencia italiana bajo el mandato de una de las familias nobles de Italia, Los Médici, quienes después sufrieron su caída del poder, siendo gobernada la ciudad bajo el concepto de republica. En ese momento Maquiavelo fue destituido de su cargo como oficial en el servicio público y encarcelado por acusaciones en su contra de conspiración contra los Médeci. Hechos que sin duda marcaron los temas y problemáticas abordados en sus escritos.

Hablando propiamente de su obra El príncipe, ella se ha considerado como un tratado de utilitarismo político que tiene como fin la conservación del principado. Posteriormente, sus verdaderas concepciones políticas fueron publicadas abiertamente en otra de sus obras llamada Discursos de la primera década de Tito Livio. En este libro, Nicolás da consejos al príncipe de la familia Médeci acerca de cómo debe ser el gobierno, como comportarse frente a alguna situación desfavorable y cómo fortalecer y mantenerse en el poder. La obra fue publicada en 1532 y esta compuesta de una dedicatoria y veintiséis capítulos. A continuación se hará un breve resumen de cada capitulo o una parte de él, así:


· DEDICATORIA A LORENZO EL MAGNIFICO. HIJO DE PEDRO DE MÉDECIS.
Aquí, Nicolás Maquiavelo le explica a Lorenzo el Magnífico las razones que lo llevaron a ofrecerle ese regalo, donde plasma su conocimiento sobre los principados, obtenido, según él, por su amplia experiencia.

· DE LAS VARIAS CLASES DE PRINCIPADOS Y DEL MODO DE ADQUIRIRLOS.

En este capítulo, habla sobre las clases de principados, y da la introducción a los otros diecinueve capítulos, abordando de forma general, la forma de adquirirlos y la habituación del pueblo a vivir de ser gobernados de forma libre, como una república, o de estar bajo un principado.

· DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS.
Cuando se esta en un Estado hereditario, donde el principado ha venido de generación a generación, es mucho mas facial para el príncipe mantenerse en el poder, aunque hayan usurpadores, puesto que el pueblo por naturalidad lo ama, a no ser que tenga prácticas que vayan en contra del orden.
· DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS.
Estos son los que se generan por el afán del pueblo de cambiar al que está en el mando, ponen a otro, que resulta peor que quien los gobernaba, puesto que tiene como enemigos a quienes ofendió al ocupar el puesto, y por otro lado, a quienes lo pusieron en el poder, ya que no puede cumplir con sus ambiciones de cambio

· POR QUÉ, OCUPADO EL REINO DE DARIO POR ALEJANDRO, NO SE REBELO CONTRA SUS SUCESORES DESPUES DE SU MUERTE.
“Considerando las dificultades que se ofrecen para conservar un Estado recientemente adquirido, podría preguntarse con asombro cómo sucedió que hecho Alejandro Magno dueño de Egipto y del Asia Menor en un corto número de años, y habiendo muerto a poco de haber conquistado esos territorios sus sucesores, en unas circunstancias en que parecía natural que todo aquel Estado se rebelase, lo conservaron, sin embargo, y no hallaron al respecto más obstáculo que el que su ambición individual ocasionó entre ellos. He aquí mi respuesta al propósito. De dos modos son gobernados los principados conocidos. El primero consiste en serlo por su príncipe asistido de otros individuos que, permaneciendo siempre como súbditos humildes al lado suyo, son admitidos, por gracia o por concesión, en clase de servidores, solamente para ayudarle a gobernar.”

· DE QUE MANERA DEBEN GOBERNARSE LOS ESTADOS QUE, ANTES DE OCUPADOS POR UN NUEVO PRINCIPE, SE REGIAN POR LEYES PROPIAS.
Aquí se habla de las razones por las que seria más difícil gobernar a un pueblo que anteriormente estaba bajo el concepto de república, puesto que estos recuerdan cuando estaban en su libertad, con sus leyes, y anhelan seguir así, por lo que tienen poca disposición para aceptar al conquistador que se convirtió en príncipe.
· DE LOS PRINCIPADOS QUE SE ADQUIEREN POR EL VALOR PERSONAL Y CON LAS ARMAS PROPIAS.
Son aquellos como Moisés, Ciro y Teseo quienes con valor y animo constituyeron y fundaron sus gobiernos a partir de situaciones que fueron propicias para que lo hicieran, fueron ellos los que por sus actos se ganaron sus principados y no por la fortuna, la herencia, o por lso deseos del pueblo por cambiar de gobierno.
· DE LOS PRINCIPADOS QUE SE ADQUIEREN POR LA FORTUNA Y CON LAS ARMAS AJENAS.
Estos son los que se adquieren sin el mérito alguno, quienes no tienen estabilidad en su gobierno y están propensos a ser atacados por los obstáculos que se les presentan por todas partes, y como no obtuvieron el gobierno por merito propio ni conocen las implicaciones del caso, no saben como obrar ante algún problema.

· DE LOS QUE LLEGARON A PRINCIPES POR MEDIO DE MALDADES.
Son aquellos que están en el poder por actos malvados, que se aprovecharon de situaciones dadas pero de mala manera, pues se mantiene en el poder con actos violentos que van en contra de su pueblo.

· DEL PRINCIPADO CIVIL

Estos son los principados que se adquieren por el favor y apoyo del pueblo, para lo que no se necesita herencia, fortuna o actos criminales ni malvados; lo que conlleva a que los súbditos tienen la voluntad de ser gobernados por el nuevo príncipe, así que no se tiene mayor dificultad, claro, si el príncipe hace que ellos se mantengan en la necesidad de ser gobernados por él.

· COMO DEBEN MEDIRSE LAS FUERZAS DE LOS PRINCIPADOS.

“Pueden los príncipes sostenerse por sí mismos cuando tienen suficientes hombres y dinero para formar el correspondiente ejército, con que presentar batalla a cualquiera que vaya a atacarlos, y necesitan de otros los que, no pudiendo salir a campaña contra los enemigos, se encuentran obligados a encerrarse dentro de sus muros, y limitarse a defenderlos”.

· DE LOS PRINCIPADOS ECLESIASTICOS.

Son gobiernos instaurados por instituciones poderosas, que no requieren ni herencia, fortuna o valor alguno para llegar al poder.
· DE LAS DIFERENTES CLASES DE MILICIA Y DE LOS SOLDADOS MERCENARIOS
“Las armas con que un príncipe defiende su Estado pueden ser tropas propias, o mercenarias, o auxiliares, o mixtas, y me ocuparé por separado de cada una de ellas. Las mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosa”
Esto es porque los mercenarios son desunidos, desorganizados e infieles y alardean de ellos pero a la hora de la verdad no defienden bien a su pueblo. Así que no son una buena opción para que la defensa de un pueblo sea esa clase de tropas.

· DE LOS SOLDADOS AUXILIARES, MIXTOS Y MERCENARIOS

· DE LAS OBLIGACIONES DEL PRÍNCIPE EN LO CONCERNIENTE AL ARTE DE LA GUERRA.

El gobernante de un pueblo debe tener manejo del arte de la guerra, pues así tendrá credulidad ante su pueblo y súbditos, y más seguridad ante sus enemigos

· DE LAS COSAS POR LA QUE LOS HOMBRES, PRINCIPALMENTE LOS PRÍNCIPES, SON ALABADOS O CENSURADOS.

Esto es, la forma como debe comportarse un príncipe ante sus súbditos, pues dependiendo de la forma en como actúe podrá ser alabado o censurado por su pueblo; además debe tener en cuenta que no debe actuar siempre con bondad, pues hay momentos que requieren otras actitudes y otras decisiones.

· DE LA LIBERTAD Y DE LA MISERIA.

“No pudiendo, pues, un príncipe, sin que de ello le resulte perjuicio, ejercer la virtud de la liberalidad de un modo notorio, debe, si es prudente, no inquietarse de ser notado de avaricia, porque con el tiempo le tendrán más y más por liberal, cuando observen que, gracias a su parsimonia, le bastan sus rentas para defenderse de cualquiera que le declare la guerra, y para acometer empresas, sin gravar a sus pueblos. Por tal arte, ejerce la liberalidad con todos aquellos a quienes no toma nada, y cuyo número es inmenso, al paso que no es avaro más que con aquellos a quienes no da nada, y cuyo número es poco crecido.”

· DE LA CLEMENCIA Y DE LA SEVERIDAD, Y SI VALE SER MÁS AMADO QUE TEMIDO.

“Al príncipe no le conviene dejarse llevar por el temor de la infamia inherente a la crueldad, si necesita de ella para conservar unidos a sus gobernados e impedirles faltar a la fe que le deben, porque, con poquísimos ejemplos de severidad, será mucho más clemente que los que por lenidad excesiva toleran la producción de desórdenes, acompañados de robos y de crímenes, dado que estos horrores ofenden a todos los ciudadanos, mientras que los castigos que dimanan del jefe de la nación no ofenden más que a un particular.”




· DE QUE MODO DEBEN GUARDAR LOS PRINCIPES LA FE PROMETIDA.

“Puede aparecer manso, humano, fiel, leal, y aun serlo. Pero le es menester conservar su corazón en tan exacto acuerdo con su inteligencia que, en caso preciso, sepa variar en sentido contrario. Un príncipe, y especialmente uno nuevo, que quiera mantenerse en su trono, ha de comprender que no le es posible observar con perfecta integridad lo que hace mirar a los hombres como virtuosos, puesto que con frecuencia, para mantener el orden en su Estado, se ve forzado a obrar contra su palabra, contra las virtudes humanitarias o caritativas y hasta contra su religión”

· EL PRÍNCIPE DEBE EVITAR SER ABORRECIDO Y DESPRECIADO.

“Lo que más que nada le haría odioso sería mostrarse rapaz, usurpando las propiedades de sus súbditos, o apoderándose de sus mujeres, de lo cual ha de abstenerse en absoluto. Mientras no se guite a la generalidad de los hombres sus bienes o su honra, vivirán como si estuvieran contentos, y no hay ya más que preservarse de la ambición de un corto número de individuos, ambición reprimible fácilmente de muchos modos.
Un príncipe cae en el menosprecio cuando pasa por variable, ligero, afeminado, pusilánime e irresoluto. Un buen príncipe debe preservarse de semejante reputación como de un escollo, e ingeniarse para que en sus actos se advierta constancia, gravedad, virilidad, valentía y decisión. Cuando pronuncie juicio sobre las tramas de sus súbditos, determinarse a que sea irrevocable su sentencia. Finalmente, es preciso que los mantenga en una tal opinión de su perspicacia, que ninguno de ellos abrigue el pensamiento de engañarle o de envolverle en intrigas. El príncipe logrará esto, si es muy estimado, pues difícilmente se conspira contra el que goza de mucha estimación”.

· SI LAS FORTALEZAS O MUCHAS COSAS QUE LOS PRÍNCIPES HACEN, SON ÚTILES O PERJUDICIALES.

Para conservar con seguridad sus Estados unos creyeron necesario desarmar a sus súbditos, y otros promovieron divisiones en los países que les estaban sometidos. Unos mantuvieron enemistades contra si mismos, y otros se consagraron a ganarse a los hombres que en el comienzo de su reinado les eran sospechosos. Unos construyeron en sus dominios fortalezas, y otros demolieron y arrasaron las que existían.

· COMO DEBE CONDUCIRSE UN PRÍNCIPE PARA ADQUIRIR CONSIDERACIÓN.

“Ha de manifestarse el príncipe amigo generoso de los talentos y honrar a todos aquellos gobernados suyos que sobresalgan en cualquier arte. Por ende, debe estimular a los ciudadanos a ejercer pacíficamente su profesión y oficio, agrícola, mercantil o de cualquier otro género, y hacer de modo que, por el temor de verse quitar el fruto de sus tareas, no se abstengan de enriquecer al Estado, y que, por el miedo a los tributos, no se persuadan a dedicarse a negocios diferentes. Debe, además, preparar algunos premios para quien funde establecimientos útiles, y para quien trate, en la forma que quiera, de multiplicar los recursos de su ciudad. Finalmente, está obligado a proporcionar fiestas y espectáculos a sus pueblos, en las fechas anuales que estime oportunas. Como toda ciudad se halla repartida en tribus municipales o en gremios de oficios, le conviene guardar miramientos con estas corporaciones, reunirse a veces con ellas en sus juntas, y dar en éstas ejemplo de humildad y de munificencia, conservando, empero, inalterablemente la majestad de su clase, y cuidando que, en tales casos de popularidad, no se humille su dignidad regia en manera alguna.”

· DE LOS MINISTROS O SECRETARIOS DE LOS PRÍNCIPES.

“No es cosa de poca importancia para los príncipes la buena elección de sus ministros, los cuales buenos o malos, según la prudencia usada en dicha elección. El primer juicio que formamos sobre un príncipe y sobre sus dotes espirituales, no es más que una conjetura, pero lleva siempre por base la reputación de los hombres de que se rodea. Si manifiestan suficiente capacidad y se muestran fieles al príncipe tendremos a éste por prudente puesto que supo conocerlos bien, y mantenerlos adictos a su persona. Si, por el contrario, reúnen condiciones opuestas, formaremos sobre él un juicio poco favorable, por haber comenzado su reinado con una grave falta, escogiéndolos así.”

· CUANDO DEBE HUIRSE DE LOS ADULADORES.

Pero se complacen tanto los príncipes en lo que por sí mismos hacen, y se engañan en ello con tan natural propensión, que librarse del contagio de los aduladores les cuesta Dios y ayuda, y aun con frecuencia les sucede que por inhibirse sistemáticamente de semejante contagio corren peligro de caer en el menosprecio. Para obviar inconveniente tamaño bástale al príncipe dar a comprender a los que le rodean que no le ofenden por decirle la verdad. Pero si todos pueden decírsela, se expone a que le falten al respeto. Así, un príncipe advertido y juicioso debe seguir un curso medio, escogiendo en su Estado a algunos sujetos sabios, a los cuales únicamente otorgue licencia para decirle la verdad, y esto exclusivamente sobre la cosa con cuyo motivo les pregunte, y no sobre ninguna otra. Sin embargo, le conviene preguntarles sobre todas, oír sus opiniones, deliberar después por sí mismo y obrar últimamente como lo tenga por conveniente a sus fines personales
· POR QUÉ MUCHOS PRÍNCIPES DE ITALIA PERDIERON SUS ESTADOS.

“Aquellos príncipes de Italia que después de haber ocupado mucho tiempo sus Estados los perdieron, acusen de ello a su cobardía, y no a la fortuna. Como en épocas de paz no habían imaginado nunca que pudieran cambiar las cosas, porque es un defecto común a todos los hombres no inquietarse de las borrascas mientras disfrutan de bonanza, sucedió que al llegar los tiempos adversos no pensaron más que en huir, en vez de defenderse, esperando que, fatigados sus pueblos por la insolencia del vencedor, no dejarían de llamarlos otra vez. Semejante partido sólo es bueno cuando faltan los otros. Pero abandonar éstos por aquél es cosa malísima, pues un príncipe no debería caer nunca por haber creído contar más tarde con alguien que lo recibiera. Ello no suele ocurrir o si ocurre no dará al príncipe ninguna seguridad, por cuanto esa especie de defensa es vil y no depende de él. Las únicas defensas buenas, ciertas y durables son las que dependen del príncipe mismo y de su propio valor. “

· DOMONIO QUE EJERCE LA FORTUNA EN LAS COSAS HUMANAS, Y CÓMO RESISTIRLA CUANDO ES ADVERSA.

“Nuestro libre albedrío no queda completamente anonadado, puesto que la fortuna es árbitro de la mitad de nuestras acciones, pero también que nos deja gobernar la otra mitad, o, a lo menos, una buena parte de ellas. La fortuna me parece comparable a un río fatal que cuando se embravece inunda llanuras, echa a tierra árboles y edificios, arranca terreno de un paraje para llevarlo a otro.”

· EXHORTACION PARA LIBRAR A ITALIA DE LOS BÁRBAROS

“Actualmente no carece Italia de cuanto es preciso para introducir en ella formas militares legales y políticas de toda especie. Lo sobra valor, que, aun faltándole a los jefes, permanecía con eminencia en los soldados. En los desafíos y en los combates de un corto número de contendientes, los italianos se muestran superiores en fuerza, destreza e ingenio a sus enemigos. Si no se manifiestan así en los ejércitos, la única causa estriba en la debilidad de sus capitanes, pues los que la conocen no quieren obedecer, y cada cual cree conocerlo. Después de tantos años de expectación inquietante, Italia espera que aparezca, al fin, su redentor en el tiempo presente. No puedo expresar con cuánta fe, con cuánto amor, con cuánta piedad, con cuántas lágrimas de alegría será recibido en todas las provincias que han sufrido los desmanes de los extranjero”

No hay comentarios:

Publicar un comentario